Hola de nuevo.
Durante estos días hemos estado contando algunas historias
sobre nuestra familia y sobre nuestro pueblo Ariza. Hemos hecho un concurso de
relatos que finalizara cuando realicemos la vendimia 2020, estamos deseando reunirnos después del COV19.
Aquí tenéis el primero:
“La gallina de los huevos de oro"
A
orillas del rio Jalón, en la provincia de Zaragoza, hay un pueblo llamado Ariza:
La Puerta de Aragón.
En
este pueblo se menta una curiosa historia a los niños: "La gallina de los
huevos de oro" basados en la inocencia de los niños, los envían a las
laderas del castillo para buscar dicha gallina lo único que necesitan es
paciencia y una azadilla. No hay que decir que ninguno la ha encontrado, ninguno
la hemos encontrado.
Esta
historia, como tantas otras, tiene su origen en la memoria del pueblo, en los cuentos
alrededor del hogar, cuentos de viejas etc. pero que quizás tengan algo de
certeza.
La
conquista de España por los árabes en el siglo octavo hizo que estos se distribuyeran
por los mejores sitios. La feroz ribera del Jalón fue uno de ellos trajeron
nuevos métodos de irrigación,
construyeron azudes, acequias, plantaron frutales; introdujeron los gusanos de
seda, eta todo ello para obtener alimentos para su vida. En lo alto del cerro,
que domina la vega, construyeron un castillo, desde donde su jefe Abútasar
mandaba en toda la comarca. Este castillo, fuerte y rodeado de murallas, le
hacían dueño del paso entre el nacimiento del rio y la ribera del Jalón. Abutasar
era rico en hombres, alimentos y vasallos; era feliz con su esposa y su hija Fátima
y dejaba pasar el tiempo en torneos con sus vecinos.
Se
menta que un día se presentó a las puertas del castillo un forastero,
solicitando comida y albergue. Abutasar al saberlo envió a su jefe de guardia
para que la proporcionare todo lo necesario: comida, ropa, etc. que habilitara
un lugar para pasar la noche en un lecho cómodo.
A la mañana siguiente el forastero pidió
audiencia para agradecer a Abutasar sus gentilezas. Fue recibido al instante
El
forastero dijo: Señor quiero agradecer vuestra hospitalidad y como recompensa a
su amabilidad quisiera realizar para mi señor un regalo para que seáis
recordado siempre.
Abutasar
le contesto:
-
no es necesario pago alguno por lo realizado, la hospitalidad es sagrada para
Ala, misericordioso y grande, pero si así lo queréis decirme que necesitáis.
El
forastero contestó: una habitación con un fuego y nada más.
El
forastero se retiro al aposento preparado por los sirvientes y se encerró por dentro.
Pasaron tres días en los cuales nada se supo del visitante, solo unos golpes
atenuados por las paredes y poco más. Al cuarto día el forastero salió de la habitación
con un bulto tapado con un paño negro y solicitó audiencia con Abutasar.
Llego
a su presencia, e inclinándose, le entrego el presente. Abutasar quitó el paño
y se quedo maravillado. Ante sus ojos una gallina refulgía de oro, sus ojos eran
dos rubíes que rutilaban maravillosos.
El
forastero, al ver su asombro, le dijo:
-
no es el valor del oro lo que tiene esta gallina, sino lo que encierra en su
interior. Todos los años, en primavera, pondrá un huevo de oro y la dicha y
felicidad te sonreirán para ti y toda tu familia, por ser un hombre generoso
con tus visitantes.
El
forastero abandono al instante el castillo y nunca mas se supo de el. Abutasar,
un poco incrédulo, espero impaciente la próxima primavera, para ver si se cumplía
el prodigio del visitante. Llegada la primavera, Abutasar coloco la gallina
encima de una mesa y al momento esta desplegó sus alas, se estremeció varias
veces y Oh! Ala', Misericordioso, puso
un huevo de oro.
La
noticia corrió por todos los contornos y la fama y poderío de Abutasar creció todavía
más.
Pasaron
muchos años, felices para Abutasar y su familia.
Los
huevos de oro, que no habían faltado ninguna primavera, habían aumentado su fortuna.
Su hija se había casado y muchos nietos correteaban por el castillo, pero
negros nubarrones se cernían sobre la comarca. Noticias llegadas de Zaragoza
hablaban de los cristianos que conquistaban muchas tierras. Llegó la primavera
y Abutasar realizó la prueba con la gallina: esta estremeciéndose y sin batir
las alas, puso un huevo, un huevo de piedra. Abútasar, con cerca de ochenta
años, temió lo peor, su buena suerte se le había acabado. Al otro día, con los
claros del sol, las trompetas anunciaron el ataque de los cristianos un
ejercito realizaba tareas de asedio. Hubo luchas encarnizadas y Abutasar viéndose
perdido, por un portillo de la muralla y en la obscuridad de la noche enterró
la gallina de los huevos de oro en las faldas del castillo.
No
cuentan como acabo Abutasar, pero los cristianos, sabedores de la historia,
buscaron por todas partes a la famosa gallina. Buscaron y buscaron y en la
memoria de sus descendientes permaneció la leyenda hasta nuestros días.
Esperemos
que algún día alguien, de buen corazón y con mucha suerte encuentre " La gallina de los huevos de oro".